El doctor Sancho Tira-Tripas figura como el extravagante compositor de este satírico pliego donde repasa entre otros asuntos las modas y las costumbres de los hombres y de las mujeres.
Estas publicaciones con la cabecera de sermón burlesco son herederas de las críticas a los antiguos oradores como recogieron transversalmente los más agudos e insignes escritores del siglo XVII.
Estos pliegos reflejan una visión de la realidad donde se entremezcla la sátira, si la consideramos como género propio, aunque no acompañada en todos los casos de lo burlesco, como elemento constitutivo esencial. Lo burlesco se asocia y responde más a una intencionalidad que busca lo jocoso y risible en el receptor. Este tipo de pliegos, al margen de las imprecisas diferenciaciones entre la sátira y lo burlesco, nos recuerdan a la agudeza y al ingenio de escritores como Francisco de Quevedo, donde la caricatura y la burla de personajes constituye todo un referente literario.
El pliego reproducido resulta enrevesado y de no fácil de lectura debido al desconocimiento actual de claves alusivas. El texto incluye todo un abanico de críticas sobre las formas de vestirse y comportarse. Habla de un lechuguino de traje ajustado, más pendiente de la ostentación que de lo propiamente necesario, al que le dio un "parasismo" y le tuvieron que aflojar la ropa para asistirle y comprobar que no tenía ni para comer y que todo se basaba en su afán de "mantener el vicio" y "ser estafador de oficio".
La misoginia también se refleja en el pliego, pues critica también a las viejas que pretenden hacerse pasar por jóvenes, así como a una señora recién enviudada hace menos de un mes y que ya va del brazo de un joven caballero. También critica a la mujer casada que gasta un traje cada día a costa del trabajo de su pobre marido jornalero. No se olvida tampoco de la crítica a las jóvenes y vanidosas doncellas de veinte años que lo que buscan y pretenden es el casarse con gente de postín.
Todo ello va entreverado y salpicado con expresiones latinas macarrónicas como pretendidos cultismos léxicos con claro sentido humorístico que nos recuerdan las predicaciones oratorias de Fray Gerundio de Campazas.
El pliego, al igual que otros ejemplos impresos de sermones burlescos, guardan estrecha relación con el modo de predicación del conocido por Fray Gerundio de Campazas. Fray Gerundio es un personaje de ficción de la novela, aparecida en la segunda mitad del siglo XVIII, concretamente en febrero de 1758, cuyo título completo es Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, cuyo autor es José Francisco de la Isla y Rojo (1703-1781), conocido como el padre Isla, aunque en el primer tomo apareció con el nombre de Francisco Lobón y Salazar, cura párroco de San Pedro de Villagarcía de Campos, para que la Compañía del jesuita ilustrado no se opusiera a su publicación, aunque logró publicar el primer volumen en Madrid en la fecha indicada a pesar de que dos años más tarde y mediante un Decreto inquisitorial se prohibió su impresión siendo incluida en el Índice de Libros Prohibidos en septiembre de 1760, aunque desde el principio no logró impedir su gran difusión aunque fuera de forma clandestina.
La novela desarrolla una parodia satírica sobre los excesos y degradación de la oratoria sagrada como una de las formas del sermón que hunde sus raíces hasta el mismísimo siglo XVI, donde el predicador buscaba de forma afectada ser admirado por su erudición y el ingenio del que carecía. Tales excesos barrocos del púlpito encaminaron a que el Padre Isla pusiera de relieve en boca de fray Gerundio el desterrar y corregir de forma irónica y con fines humorísticos las pretensiones de los predicadores que se dirigían a un público cortesano de forma altisonante y buscando su admiración. Por el contrario, el predicador que se dirige a las capas más populares utiliza todo un conjunto de herramientas y juegos verbales, como las adivinanzas o chistes combinados con aparatosa gestualidad para ridiculizar a los predicadores cortesanos.
El contexto socioeconómico de la época invitaba a concebir la carrera religiosa como un medio fácil de subsistencia para las clases populares de escasa formación intelectual y que luego de traducía en predicadores "a la violeta" con clara degeneración oratoria sagrada a los que fray Gerundio imita burlonamente en esta segunda mitad del siglo XVIII.
La novela, como han señalado algunos estudiosos, guarda relación con el espíritu carnavalesco en el sentido de una liberación transitoria respecto a lo considerado oficialmente como lo correcto.
El texto del pliego reproducido, proveniente con casi total seguridad del siglo XVIII es una clara muestra de la literatura de consumo de entonces, donde su sentido de humor aumentaba el número de sus potenciales lectores o simplemente de oidores. Los caracteres efímeros de estos impresos no cumplían con los requisitos previos para la obtención de licencias para su publicación, por lo que de alguna manera les hacía incontrolables siendo amparados, además, por la ausencia del nombre real de sus autores.
La Censura, revista mensual
La etiqueta de sermón burlesco tanto en este como en otros pliegos similares fueron duramente criticados y propuestos al Tribunal de la Inquisición para que se prohibiese su publicación.
La Censura fue una revista mensual publicada por el editor y socios literarios de la Biblioteca Religiosa. Esta revista se publicó en Madrid entre 1844 y 1853 durante la llamada «década moderada». El primer número corresponde al mes de julio de 1844, siendo el último el número 108 con fecha de diciembre de 1853. Los 108 números publicados a lo largo de nueve años suman 865 páginas y 750 censuras (numeradas correlativamente en un índice alfabético del 1 al 750).
En un prospecto anunciador de la revista se dice:
«El editor y los socios literarios de la Biblioteca Religiosa, viendo que el error y la inmoralidad cunden de un modo portentoso y se introducen bajo todas formas en todo género de escritos, determinaron publicar La Censura con el fin de examinar bajo el concepto moral y religioso todas las obras que se vayan publicando o se hayan publicado en estos últimos tiempos, si son de alguna entidad. En esta revista se atiende con preferencia a censurar los libros perniciosos; pero se tributan también los debidos elogios a los que lo merecen por la pureza de sus doctrinas. La crítica imparcial, aunque severa, recae solamente sobre los escritos, respetando siempre las personas de los autores: en cuanto a los extranjeros se dice algo de su religión o de la tendencia de sus doctrinas.»
Pues bien, en relación a los pliegos de cordel en el número 38 de la revista correspondiente agosto de 1847 y en el apartado dedicado al sermón burlesco aparecen citados estos cinco pliegos, ente ellos el reproducido en esta entrada.
* Sermón burlesco
jocoso y entretenido para divertir a los concursantes en una sala después de
haberse llenado bien las barrigas: un pliego en 4ª, señalado con el núm. 42.
* Sermón burlesco,
alegre y divertido, pronunciado en la cátedra de la pestilencia y dedicado a la
pública salud; alegría y tranquilidad por el bachiller Cantaclaro: un pliego en
4ª, núm. 63.
* Sermón burlesco para representarle en cualquier función, en
el que se da zurra a todo monigote: compuesto por el bachiller
Descuerna-cabras, tejedor de pergaminos, capador de ranas, gran maestre de la
orden del mosto, graduado en la universidad de Jauja y primo en sexto grado por
línea transversal de Baco: un pliego en 4ª, núm. 75.
* Sermón de las modas. Sermón satírico burlesco sobre el modo
de vestir que se usaba antiguamente y el que se estila hoy día, compuesto en el
año de poco trigo por el Dr. Sancho Tira-Tripas, graduado de bachiller en la
universidad de Nantes, etc. etc.; un pliego en 4ª, núm. 31.
* Sermón burlesco de gran divertimiento para una función,
predicado en Pamplona en la boda de dos jibados en carnestolendas por el
bachiller Cagabragas, visitador de bodegones y gran pescador de vientos bajos,
etc. etc.: un pliego en 4ª núm. 148.
[...] Por punto general son dignos de censura esta clase de papeluchos, porque más o menos remedan actos, ceremonias y expresiones de nuestra santa religión, y aplican a objetos chocarreros, indecentes y a las veces torpes palabras consagradas al culto cristiano. Así, en los cinco a que nos referimos se hace una ridícula parodia de la oración del Alabado con que empieza todo predicador su sermón, y de las palabras con que se signan y santiguan los fieles, llegando el sacrílego desacato del sermón núm. 148 a profanar en el principio y fin las sacrosantas palabras En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que mezcla entre sus torpezas y liviandades. [...] El del núm 131 (el reproducido) tiene en la página 7 ciertas expresiones torpes y en la 8 unos equívocos obscenos: el encargo que hace al fin a los oyentes, corresponde a todo lo demás.
La atención prestada a estos papeluchos se ve que no pasaron desapercibidos y suscitaron la atención a los redactores de esta revista a los que dedicaron una cuidadosa y pormenorizada consideración, lo que nos anima e invita a recorrer y mostrar en sucesivas entradas algunos de los pliegos mencionados, aunque para no alargarnos en demasía reproduzco uno de ellos editado en Valladolid por Dámaso Santarén.