lunes, 19 de octubre de 2020

Los once amores nuevos del estudiante y de la mujer

Xilografía del pliego editado en Madrid por Marés y Cía en 1873

Dos pliegos paralelos donde ambos protagonistas justifican la no aceptación de los amores nuevos y motivan las causas para no casarse.

En el primer pliego un joven andaluz de Arcos, que buscaba una mujer con la que casarse, decide irse a estudiar a Salamanca con la peregrina idea de aprender a saber elegir bien las cualidades de la señora y que no tuviera ninguna falta. El maestro que lo acogió, reprochándole su arrogancia, y tras el despliegue de las cualidades que debían adornar a la mujer elegida, le indicó que la única mujer que cumplía esos requisitos era la Virgen María. A su regreso, tras catorce meses de suculento estudio, recorre distintas ciudades andaluzas describiendo las faltas de las mujeres que iba encontrando y las causas para no aceptar el casamiento.





Si nos detenemos a grandes rasgos sobre los motivos del rechazo de la mujer para no casarse son, entre otros: por ser húmeda y poco aseada, bobona, de estómago muy flaca y de pelo algo bermeja que es una seña muy mala, fisgona, amiga de cuentezuelos, descolorida, golosa y derrochona... En fin, toda una sarta de atribuciones sobre las mujeres que va conociendo por las distintas poblaciones andaluzas. El final del pliego viene a ratificar la idea del maestro salmantino en el sentido de que la única mujer que se salva sería la Virgen María.
         «Y si acaso algún galán
         quisiera mujer sin falta,
         yo le venderé este libro
         que traje de Salamanca
         que por sobrescrito tiene
         destierro de la ignorancia».
En el segundo pliego es la mujer, también originaria de Andalucía, hija única de padres ricos, la que va exponiendo las faltas que aprecia en los pretendientes para no casarse. A diferencia del primer pliego donde el hombre va recorriendo diversas poblaciones, en este caso la mujer se detiene en los oficios que desempeñan los pretendientes y en sus características físicas que no le agradan. Conoce al final a un acaudalado pretendiente, motivo principal para casarse, por lo que cuenta con la aquiescencia de sus padres y de ella misma: «y yo también codiciosa el sí di con gran presteza». La engañosa riqueza del esposo es ocasión para burlarse del mismo y hasta para desearle la muerte, lo que acaba haciendo ahogándole entre los colchones.





Al margen de la intención burlesca de ambos pliegos, muy similar a otros tantos conocidos de la época, lo que trasciende de ellos es una profunda misoginia envuelta bajo el recurso de la sátira. En ambos pliegos subyace una mentalidad claramente distorsionadora de la imagen de la mujer, sobre todo en los once amores nuevos que el estudiante va desgranando de localidad en localidad.

Entrar a comentar toda la sarta de opiniones ofensivas para las mujeres no tiene sentido desde una perspectiva actual sin tener en cuenta el imaginario social de la época. Bajo la intención satírica y burlona se esconde un deleznable desprecio a la condición femenina, aunque del gusto de la época si consideramos la profusión de pliegos que circularon en este sentido. No dejan de ser ejemplos de una literatura popular donde la mujer representa una función social secundaria y refleja una ideología antifeminista disfrazada bajo el recurso del humor.

Otras portadas

Otras portadas de pliegos impresos por los herederos de Juan Jolis en Barcelona  y por Luis de Ramos en Córdoba

©Antonio Lorenzo


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