Las primeras
manifestaciones en castellano de las controversias verbales guardan relación
con los géneros análogos de la literatura provenzal y francesa.
El
hispanista francés Morel Fatio halló en 1887 en la Biblioteca Nacional de París
un manuscrito latino, de comienzos del siglo XIII, que contenía un pequeño
poema que se ha dado en llamar «Razón de Amor con los denuestos del Agua y el
Vino». En este pequeño poema convergen influencias trovadorescas mezcladas con
elementos medievales que han dado lugar a numerosas interpretaciones.
El tema de
las disputas entre el agua y el vino remonta a antiguas raíces populares.
Resulta, pues, dificultoso el establecer una línea directa de influencias entre
los debates latinos y los vernáculos. En el comienzo de los denuestos del Agua
y el Vino este se queja de que el agua lo debilita, lugar común que encontramos
ya en la Biblia y en gran cantidad de canciones y refranes.
En los
denuestos del Agua y el Vino cada uno de los dos elementos o realidades
distintas aporta sus razones para demostrar su superioridad sobre el otro. En
este caso no hay propiamente vencedor ni vencido, puesto que la intención
moralizadora se muestra evidente al erigirse el agua como elemento primordial del
sacramento del Bautismo y el vino, convirtiéndose simbólicamente en la sangre
de Jesucristo en la consagración.
De estos
debates de fuentes medievales, como señalé en la entrada anterior, se han hecho
eco los pliegos hasta al menos el siglo XIX.
Expongo un
pliego donde un fino y tierno amante, mostrando una elocuencia pasmosa, trata
de seducir a su dama exponiéndole las virtudes del agua con la intención de que
le sirva «para ablandar tu dureza/mostrándote más humana».
Mucho más
curioso y ajustado al tema resulta este otro pliego, del que publico solo la
portada, ya que se encuentra muy deteriorado, conservado en la Biblioteca Digital de Castilla y León, cuyo título reza:
«Nuevo y curioso romance en que se refiere el pleito y público desafío que tuvo el agua con el vino, por saber cuál de los dos era de mayor utilidad y provecho».
Afortunadamente,
el texto completo de este romance se ha conservado, aparte de por tradición
oral, gracias a una copia impresa custodiada en el Museo Británico.
Dicha copia fue
recogida en un raro volumen de poemas latinos atribuidos a Walter Mopes,
recogidos y editados a su vez por Thomas Wright del Trinity College de
Cambridge, y editado en Londres en 1841. De este libro reproduzco el texto
completo del litigio.
Valladolid, Impr. F. Santarén, 1891 |
Aguadores y taberneros, del agua hacen
dineros
La fama de los taberneros que «bautizaban» el vino es un lugar común en cuentos y refranes y también se recoge en los pliegos de cordel, del que adjunto portada de uno impreso en Córdoba en la Imprenta de Rafael García Rodríguez, S.A.
Adjunto,
igualmente, la burlesca sátira festiva que sobre los taberneros hace Quevedo y algunos refranes alusivos.
Dijo el mosquito a la rana:
más vale morir en vino, que vivir en el agua.
El agua la vida acorta,
el vino la alarga y conforta.
Quien convida al tabernero,
o está borracho o no tiene dinero.
De vino aguado o agua envinada, no me des nada.
El vino y la verdad, sin aguar.
Dada la importancia del vino en la cultura tradicional recomiendo el libro de Ignacio Sanz «El vino en la cultura popular» (Ed. Castilla Ediciones, Valladolid, 1997), sobre cuyos variados textos se inspiró el grupo segoviano Nuevo Mester de Juglaría para su disco monográfico «La voz del vino» (Polygram Ibérica, 1990).
Antonio Lorenzo