martes, 29 de marzo de 2016

Coplas del gigante llegado a Sevilla

Ciego coplero vendedor de pliegos con lazarillo
Ejemplo curioso de un vendedor de pliegos que relata en tono burlesco las características de un supuesto gigante llegado a Sevilla donde juega con su nombre, procedencia, sus pantagruélicas comidas y otras habilidades.

El pliego está impreso en Sevilla [s.a.], por el afamado impresor José Padrino.

Este impresor desarrolló su actividad en la segunda mitad del siglo XVIII. No sólo se dedicó a la impresión de pliegos de cordel, sino que diversificó mucho su oferta publicando libros de moral cristiana o de historias locales. Carmen Espejo, en su trabajo sobre El romancero vulgar del siglo XVIII en Sevilla, nos ofrece noticias concretas sobre la gran producción de este impresor a raíz del terremoto sufrido por la ciudad de Sevilla en el 1755 y que causó gran impacto en la población. En apenas dos meses Padrino publicó hasta 21 impresos sobre estos sucesos para satisfacer la curiosidad de la gente sobre este acontecimiento.

José Padrino publicó su primera obra tipográfica en 1748, según anota Escudero y Pedrosso, Francisco, en su Tipografía hispalense... desde el establecimiento de la imprenta hasta fines del siglo XVIII, obra editada en Madrid en el 1894. En los años siguientes continuó editando obras de asunto teológico e histórico. En 1773 estampó las Memorias de la Academia de Buenas Letras de Sevilla y en 1775 unos villancicos al nacimiento del Señor.

La imprenta la heredó su hijo, José Padrino y Solís, continuador en el establecimiento de la calle Génova. Hacia 1812 hay referencias a una imprenta regentada por María del Carmen Padrino, tal vez hija del sucesor o nieta del fundador, de la que no tengo noticias.





Antonio Lorenzo

martes, 22 de marzo de 2016

Crímenes cometidos por la hija enamorada de su padre y celosa de su madre


Traigo dos pliegos del mismo asunto editados por diferentes imprentas. En primer lugar, reproduzco el editado por la imprenta madrileña de Marés en 1849 donde se nos cuentan los horrorosos crímenes cometidos por una desalmada hija, enamorada de su padre y celosa de su madre. Si en el pliego de Marés la acción se sitúa en Castellón de la Plana, en el editado en Valencia por Mompié, el escenario de los crímenes se localiza en Roma.

El primer establecimiento del impresor José María Marés estuvo situado en la calle Preciados de Madrid en 1842, según se desprende de los pies de imprenta de los primeros pliegos que editó. Su actividad impresora se prolongó, bien con su nombre o asociado con el de su sucesor Manuel Minuesa, hasta el 1873-1874, estando establecidos desde 1861 en la calle Juanelo, nº 19.






El mismo pliego, con ligeras variantes textuales, es el editado [s.a.] por Ildefonso Mompié de Monteagudo. Sabemos que este impresor nació en Lorca en 1785 o 1786 y falleció en Valencia en 1855. Mompié ya imprimía al menos desde el 1815 y en el 1817 se asoció con el también impresor Miguel Domingo hasta el año 1821. A partir de ese año ya figuran separadamente en los pies de imprenta de sus publicaciones.







Antonio Lorenzo

viernes, 18 de marzo de 2016

Impresores y estamperos populares: Agustín Roca y sucesores

Ciego con zanfona y su lazarillo
El pliego que da origen y motivo a esta entrada está editado en Barcelona por los herederos de Roca en el año 1845.

La industria editorial en los comienzos del siglo XIX en Barcelona iniciaba un proceso de transformación muy notable por las nuevas normativas y legislaciones sobre la circulación de libros y folletos y sus relaciones con el poder, pues era importante para el negocio el recibir encargos de la administración de carácter institucional (facturas, cédulas, libros de registros, etc.). A su vez, la circulación clandestina de libros y de papeles impresos fue especialmente importante durante la Guerra de la Independencia, sobre todo en el ámbito catalán, donde las vinculaciones familiares entre imprentas son notables y de difícil seguimiento.

Para conocer a grandes rasgos la historia de la imprenta de Roca y sucesores tenemos que referirnos a su creador: Agustín Roca. Los datos que he podido consultar provienen en su mayor parte de la tesis doctoral de Montserrat Comas i Güell: La impremta catalana i els seus protagonistas a l’inici de la societat liberal (1800-1833). Este impresor figura como nacido en 1754 y fallecido en 1819. Su actividad se inicia primeramente anunciándose como librero el año 1796 en el Diario de Barcelona. Pero es a partir de 1798 cuando inicia su actividad como impresor, si bien trabajando también para otros. Establecida su tienda en la calle Llibreteria imprime comedias fáciles de ejecutar para ser representadas en casas particulares, en lo que se ha venido llamando obras 'de sala y alcoba'. En el 1808 aparece como miembro de una comisión del gremio de libreros creada por el Ayuntamiento de Barcelona.

Agustín Roca participó muy activamente en la lucha clandestina contra las tropas francesas, lo que le condujo a que fuera amenazado de muerte y tuviese que huir de la ciudad. 

Los franceses, en una batida nocturna efectuada el 9 de diciembre de 1808, registraron la casa de Agustín Roca encontrando un fusil, un puñal, sables, espadas y 10 escarapelas conde se leía 'Viva Fernando VII'. Según el relato de Raimon Ferrer (Ferrer, Raimon, Barcelona cautiva, ó sea, diario exacto de lo ocurrido en la misma ciudad mientras la oprimieron los franceses… 7 vols.. Barcelona, Oficina de Antonio Brusi, 1815-1821), la casa fue despojada de muebles, libros y enseres y hubo de escapar del registro saltando con riesgo a la casa del vecino.

Ya en enero del año siguiente, y pasado momentáneamente el peligro, se trasladó a Tarragona, entre cuyos objetivos se encontraba el de incorporarse a la resistencia y a las conspiraciones antifrancesas. Bien trabajando conjuntamente o trabajando solo formó compañía con los impresores Miquel Gaspar y Joan Ignasi Jordi hasta aproximadamente el año 1813. Es a partir de este último año cuando lo encontramos ya en Mallorca dedicado plenamente al oficio de impresor.

Visto desde la perspectiva actual resulta cuando menos sorprendente la adhesión sin fisuras a la causa del rey Borbón, ejemplo de centralismo. Puede entenderse si lo consideramos en su contexto como una guerra de liberación y reacción popular frente a la invasión francesa y como respuesta 'patriótica' a la misma.

Prueba de ello son las publicaciones salidas de su oficina en aquellos años.


















Adjunto ejemplos de escarapelas de la época que servían para reconocer a los de la misma facción o bando frente al invasor francés, grabadas por Joseph Coromina durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), defendiendo todas ellas la causa de Fernando VII 'el deseado'.

Por la religión, el rey y la patria
Por la religión, el rey y la patria














Vencer o morir por Fernando VII
Mi vida fallecerá o Fernando reynará














Viva Fernando, la patria y la religión y muera Napoleón
Agustín Roca debió morir a finales de 1819 o a principios de 1820, haciéndose cargo de la imprenta su viuda, cambiando el nombre social en los pies de imprenta por la de 'Viuda de Agustín Roca'. 

La viuda de Agustín Roca falleció en el 1832, ya que a partir de 1833 solo aparece en los pies de imprenta 'Imprenta de Roca' y a partir de 1834 figura como 'Herederos de Agustín Roca'.

Con este último pie de imprenta, fechado en 1845, reproduzco esta relación sobre el hijo de un mercader de Zaragoza al que no le gustaba nada trabajar.





Antonio Lorenzo

martes, 8 de marzo de 2016

Coplas y triunfo del miriñaque

Pliego editado en Barcelona por Llorens
Traigo en esta ocasión unos curiosos pliegos donde adquiere gran protagonismo el miriñaque. El miriñaque, término del que se desconoce su origen, llamado también crinolina o armador, se refiere por extensión a una falda amplia sostenida por un armazón de tela rígida y reforzado generalmente por aros de metal, con el fin de mantenerla abierta y abombada a la altura de las caderas permitiendo un cierto balanceo con los movimientos de la mujer. Aunque esta moda proliferó en los ambientes de gente acomodada, hacia la segunda mitad del siglo XIX, tiene claros antecedentes en otros tipos de armazones para ahuecar las faldas: como su inmediato antecesor, llamado 'verdugado', de aspecto cónico; los 'guardainfantes' de los siglos XVI y XVII, propios del reinado de Felipe IV, llamados así porque permitían, entre otras cosas, ocultar el embarazo. Recordemos las aparatosas faldas mostradas en el cuadro de 'Las meninas' de Velázquez, faldas sujetas por armazones de alambres con cintas.

La nueva moda, que vino de Francia, sustituyó el guardainfante por el 'tontillo' a finales del siglo XVII, en tiempos del reinado de Carlos II (1665-1700) y hasta aproximadamente la segunda mitad del siglo XVIII. Así lo recogen algunas coplas:

                                             Albricias, zagalas,
                                             que destierran los guardainfantes,
                                             albricias, zagalas,
                                             que ha venido uso nuevo de Francia.

El uso de estos verdaderos artefactos tenían como misión la de resaltar la figura femenina, si bien se requería la asistencia de sirvientas o camareras para ponérselos.

Dato curioso es el decreto de excomunión promulgado en Valladolid contra las mujeres que se vistiesen con gorgera y caderas anchas y a los hombres que llevasen camisones con cabezones labrados. Pues bien, ratificando y dando la razón a este edicto el obispo Hernando de Talavera (1428-1507), confesor y consejero de Isabel la Católica, en su Tratado sobre la demasía en vestir y calzar, comer y beber, escrito en 1477, ratificaba con detenimiento y numerosos ejemplos la bondad de la medida de excomunión. Bien es cierto que, a pesar de las críticas, esa indumentaria se prolongó y se mantuvo durante mucho tiempo sin hacer mucho caso de la pena impuesta. La labor moralista de la iglesia en esos años, y obviamente también en los sucesivos, fue un elemento activo de dominación política y social.
“'So pena de excomunión no trajesen las mujeres cierto traje deshonesto, ni grandes ni pequeñas, casadas ni doncellas, hiciesen verdugos de nuevo ni trajes en aquella demasía que ahora usan de caderas, y a los sastres que no le hiciesen dende adelante, so esa misma pena'”.
Tampoco se tuvo en cuenta la prohibición dictada por el rey Felipe V sin lograr que las mujeres abandonaran esta indumentaria con sus numerosas variantes de estilos, tamaños y curvas, que convertían a la mujer en una especie de maquinaria andante.

Catalina de Médici con verdugado 
Goya - Mª Luisa de Parma con tontillo



















Velázquez - Infanta Mª Teresa con guardainfante

Quevedo, haciendo gala de su conocida y fina ironía, satirizó esa moda en su soneto 'mujer puntiaguda con enaguas', cuyo comienzo dice:


                                                Si eres campana, ¿dónde está el badajo?;
                                                si pirámide andante, vete a Egito;
                                                si peonza al revés, trae sobrescrito;
                                                si pan de azúcar, en Motril te encajo...


Moda francesa del siglo XVIII

Indumentaria de finales del siglo XIX

Esta moda fue la causante de muchas muertes: pues una chispa o el mero acercamiento a un brasero incendiaba rápidamente la falda por su material inflamable. También resultaba un elemento de tropiezo al subir a los carruajes, con el peligro que ello suponía, así como las dificultades para sentarse o atravesar puertas. El propio Oscar Wilde perdió a dos hermanas que murieron abrasadas por dicha causa.

El miriñaque se sustituyó por el 'polisón', hacia el 1870, consistente en un armazón de mimbre o formado con telas rígidas que se colocaba en la parte trasera y se ataba a la cintura con unas cintas. De este modo, la importancia del vestido fue poco a poco 'echándose hacia atrás' dando volumen a la parte trasera.


Pero dejando al margen la evolución del vestido femenino en España, con sus añadiduras y complementos (peinetas, mantillas, abanicos, sombrillas, guantes, etc.), quiero detenerme en cómo se recoge y valora la moda del miriñaque en los pliegos de cordel del siglo XIX.

En este pliego, editado en el 1867 por Pedro Belda en Murcia, recoge en coplas la desaprobación que merece el uso de esta prenda por una serie de razones.






En el diálogo entre la madre y la hija que recoge este otro pliego editado en Madrid [s.a.] por Minuesa, la hija amenaza a la madre con arrojarse a las llamas o al canal si no accede a comprarle un miriñaque para igualarse, de este modo, a las damas de toda condición. La argumentación de la madre para negarse en un principio a complacer a su hija es la de que ya posee treinta vestidos de seda fina y treinta mantillas, a lo que la hija responde que lo que quiere verdaderamente es un miriñaque de clase superior para competir con la vestimenta de hortelanas o mozas de servicio, que, aún siendo de inferior clase social, lo poseen. En el diálogo se resalta la visión tradicionalista de la madre que considera el miriñaque como moda perniciosa e indecorosa.






Pliegos, en suma, que recogen en tono burlesco la moda del miriñaque como signo de distinción y donde puede observarse el rechazo de las clases populares a una moda importada y ajena a las costumbres y al sentir del común de los ciudadanos. Pero esto no solo sucede en relación a la indumentaria, sino que también ocurre con la valoración de los bailes y de la música autóctona, como el bolero, la seguidilla y la tonadilla en general, en afirmación nacionalista frente a los bailes foráneos, tal y como recogen otros pliegos de cordel.

Antonio Lorenzo

martes, 1 de marzo de 2016

Niños devorados por un lobo hambriento

Intérpretes populares
De la imprenta leridana de la Viuda de Corominas reproduzco este pliego [s.a.] donde se nos narra la trágica muerte de dos niños devorados por un lobo hambriento.

La imprenta original de Buenaventura Corominas (Oristà, 1763-Lleida, 1841), cuya actividad comienza en los primeros años del siglo XIX, fue continuada por su viuda (la que fuera su tercera mujer: Teresa Parré i Palau) continuando al cargo del negocio familiar hasta su fallecimiento en 1876. La actividad editora la prosiguió su hijo Lorenzo hasta el 1890, y por la hija de este último, hasta ya entrado el siglo XX, casada con el que fuera reconocido impresor Luis Abadal.





Antonio Lorenzo

domingo, 21 de febrero de 2016

Santas que fueron prostitutas: Santa María Egipciaca (y IV)

Mural con la vida de María Egipciaca en el Monasterio de San Salvador de Oña (Burgos)
Si en la entrada anterior comentaba la reescritura y adaptación de la vida de santa María Egipciaca en las comedias del Siglo de Oro y en las 'relaciones de comedia' recogida en los pliegos de cordel, me propongo dar una 'vuelta de tuerca' más sobre su repercusión en un curioso pliego.

El pliego en cuestión recoge, a grandes rasgos, los conocidos motivos de la leyenda de la Egipciaca, pero los sitúa, nada menos, que en plena Sierra Morena. Pero antes de dar paso al pliego quiero contextualizarlo y ofrecer algunos datos que considero de interés.

El escenario donde transcurre la acción se sitúa en la 'Montaña de los Ángeles', lugar de retiro conventual de los religiosos Franciscos. Pues bien, dicho convento tiene una larga y sorprendente historia, desde su fundación en el 1490, hasta el estado ruinoso y de abandono en que se encuentra en la actualidad, tras la crisis sufrida a causa de la desamortización eclesiástica de Mendizábal en el siglo XIX (1835-1836) y por las actuaciones de sus posteriores propietarios.

Ubicado en la parte occidental sobre una de las muchas montañas del Parque Natural de la sierra cordobesa de Hornachuelos, formando parte del macizo de Sierra Morena, los restos del que fuera Convento de los Ángeles se asoman al precipicio formado por el río Bembézar, afluente del Guadalquivir. La historia del que fuera ilustre convento, junto a su leyenda, atrae en la actualidad a excursionistas ávidos de encontrar entre sus ruinosos muros sucesos y elementos paranormales que satisfagan su curiosidad. Hasta un célebre programa radiofónico y televisivo se trasladó a dicho convento para pasar una noche recopilando insólitos fenómenos y extrañas presencias inexplicables.

De la construcción original del edificio no se conserva nada, ya que sufrió tres incendios (1498, 1543 y 1665). Durante el siglo XVIII se reconstruyó la iglesia (según reza en la inscripción grabada en 1763) y tras la desamortización de Mendizábal el estado lo vendió, junto con la huerta, a Agustín Díaz y Armero en 1845, quien a su vez lo vendió a los marqueses de Peñaflor en 1884. Estos últimos lo emplearon como residencia de verano, quinta de recreo y pabellón de caza. La marquesa viuda de Peñaflor donó en 1955 el edificio de su propiedad al obispado de Córdoba para que fuera dedicado a seminario. El seminario se abrió, en efecto, en 1957 realizándose diversas ampliaciones. Tras el traslado en 1971 de los seminaristas al seminario de san Pelagio en la ciudad de Córdoba, el edificio quedó abandonado desde entonces hasta la actualidad.















Para situar convenientemente la historia de la mujer pecadora que habitó estos lugares, creo necesario repasar sus antecedentes. Para ello, me declaro deudor de la magnífica y documentada investigación recogida en el libro La Montaña de los Ángeles. Monografía histórico-crítica, libro que publicó Alejandro Guichot y Sierra (1859-1941) en Sevilla en 1896. Al ilustre folklorista y etnógrafo sevillano le debemos también el mejor intento en su época de sistematizar los estudios folklóricos en su Noticia histórica del folklore (1922).






















 Desarrollo de la leyenda de la mujer penitente

El patrón-modelo de la leyenda de la mujer penitente se forja en el siglo XVI por los propios frailes franciscanos con el fin de de dar notoriedad al convento. Hagamos un ligero repaso de las noticias recogidas en diferentes momentos:

1. El primer documento donde se recoge la leyenda se lo debemos al P. Francisco Gonzaga, general de la Orden. Roma, 1587, quien en su Historia generalis ordinis Seraphicoe Reguloe Franciscanoe, describe el encuentro del sacerdote Assilles con la penitente desnuda.


2. Un segundo documento es el Memorial de las cosas que le tocan á el santissimo y religiossissimo Convento de Ntra. Sra. de los Ángeles, etc. (1646). En este Memorial anónimo y manuscrito del convento (estudiado y consultado por Guichot) se detalla la vida de algunos de los religiosos y se añaden datos de la penitente que no figuraban en lo consignado por Gonzaga:


3. Fr. Andrés de Guadalupe, en su Historia de la Santa Provincia de los Ángeles, Madrid, 1662, recoge noticias desde la fundación del convento en el 1490 hasta el año 1660. Es esta la fuente más conocida y sobre la que han girado las diversas adaptaciones de la pecadora arrepentida.

Hagamos un sucinto desarrollo de la historia: Guadalupe escribe que la penitente ocultó su nombre y edad con el fin de mantener su anonimato. Dice que debió nacer el año 1465, que se crió sin madre y que tuvo una niñez regalada. Con los años se entregó a devaneos y liviandades rodeada de amantes y regalos. Cuando contaba unos treinta años de edad, cundió la noticia de la visita de los Reyes Católicos al santuario (año de 1494). Aprovechó la ocasión y se unió a los expedicionarios visitando el convento, lo que le produjo honda impresión. Tocada con la gracia divina, determinó recuperar la virtud. Postrada ante un crucifijo oyó una voz celestial que le dijo que hallaría en la soledad el remedio que buscaba. Pidió auxilio espiritual a uno de los religiosos, hizo confesión general, quedó confortada y emprendió el regreso a la ciudad.

Transcurrido un año y aprovechando la oscuridad de la noche (estamos ya en 1495), tomó el camino de la montaña con un crucifijo de bronce. En la entrada a los valles cambió sus vestidos con el de una mujer que lavaba en el río, internándose en la montaña donde nadie la viera, hasta que encontró una cueva en la que dio principio a su vida penitente. Venciendo toda clase de dificultades se mantuvo durante diez largos años. Ya en su cuarentena fue cuando se produjo el encuentro con el Padre Siles, quien le dejó su manto para cubrir su desnudez y la confortó espiritualmente administrándole la comunión. 



Tras cuatro años de encuentros furtivos y con la ayuda de otros dos religiosos a quienes el padre Siles les contó la historia haciéndoles partícipes de su secreto, a la penitente le sobrevino una enfermedad (estamos ya en 1509) lo que le impidió salir de la cueva. Tras administrarle el viático, una voz divina anunció al día siguiente su tránsito al cielo. 

Contada la historia de la pecadora, que era ignorada hasta entonces por la Comunidad, los religiosos se dirigieron a la cueva y recogieron su cuerpo. En su regreso al convento, acompañándose de cánticos, tocó la campana sola, lo que interpretaron como una manifestación religiosa, y procedieron a enterrar su cuerpo, envuelto en el manto del Padre Siles, en la cavidad de una roca, quedando el crucifijo como testigo y símbolo de tan extraordinaria historia de la mujer penitente que habitó en la montaña durante 14 años, falleciendo en 1509 a los 44 años de edad.

Todo esto es lo que se encuentra pormenorizadamente descrito en la obra del padre Guadalupe. Obviamente, se trata de la adaptación de la leyenda de la vida de santa María Egipciaca inserta en un escenario proclive a aumentar el prestigio del Convento de los Ángeles. Tanto las fechas como la visita de los Reyes Católicos son pura invención, al igual que las contradictorias escenas recogidas en los otros escritos, como su enterramiento y su encuentro con el religioso resultan claramente fabulosas.

Guadalupe describe también, y este dato resulta fundamental para el mantenimiento del prestigio del convento de Ntra. Sra. de los Ángeles, que la Reina Católica, por el singular amor que tenía a Juan de la Puebla, quien fuera fundador del convento, decidió otorgar al monasterio una serie de privilegios recogidos en una cédula real dada en Sevilla el 28 de marzo de 1494. En ella se dice:

'Queremos, y es nuestra voluntad, dese este presente dia, mes, y año en adelante, para siempre jamás, hazer merced al dicho Convento e Orden de S. Francisco, de todas las partes, e montañas, que ay yendo de Hornachuelos, luego se mira al Conuento por todo el rio arriba, hasta la buelta, que haze con todos sus valles, é aguas vertientes por vna y otra parte del rio; para el dicho Padre Fray Juan de la Puebla, é los Frayles los ayan; bien assi, como su profession, y la estrecha pobreza de su estado lo permite...'.

La cédula recoge también la prohibición de la presencia de ganado en esos montes: 'nunca ande algún ganado vacuno, cabruno, ni otro alguno'. Se prohíbe también pescar en el río en todo tiempo bajo pena de 'veinte mil marauedis', así como la prohibición de talar o cortar árboles en dicho monte y términos.

La falsedad del documento ha sido demostrada por Guichot, puesto que los Reyes Católicos, en la fecha que figura en la cédula de donación que dieron en Sevilla estaban en Medina del Campo y no pisaron Andalucía en todo el año 1494. Tampoco queda constancia de ella, pues el padre Guadalupe se ampara en los incendios del convento (el primero en 1498) para que no quedase constancia ni rastro de los privilegios otorgados y diese por buena la copia inventada y refundida por los frailes antes de la visita que realizó Felipe II en 1570, donde ratificó la cédula en su buena fe y dio por buenas las mercedes anteriores. Tan complacido salió de la visita que los panegiristas dicen que el monarca se expresó diciendo que 'el monasterio de Montserrat era la caja y el de Los Ángeles la perla'. Los acuerdos fueron  de nuevo ratificados y corroborados posteriormente por Felipe IV en 1638.

Otros documentos que recogen la historia de la mujer penitente basados en su mayor parte en los escritos anteriores son:

4. Fernando Pedrique del Monte: La Montaña de los Ángeles, Córdoba, 1674. Incluye 'una loa de la soledad y un coloquio de la muger famosa'. Guichot no llegó a conocer esta impresión, pues la sitúa a comienzos del siglo XIX en lo que ya serían posteriores reediciones de la obra.


5. P. Juan Tirado: Epítome historial de la vida admirable de Fray Juan de la Puebla, Madrid, 1724.






















El resto de escritos y papeles sueltos que se conocen son de escasa o nula significación en orden a la leyenda de la penitente.

Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Qué pretendían conseguir los frailes mediante estos privilegios? De una parte, asegurarse y acreditar las propiedades y dominios del convento 'para siempre jamás' y prevenir la pesca en el río, así como la tala de árboles para abastecerse de leña  e impedir el pastoreo de todo tipo de animales por sus laderas. De otra parte, y aprovechando la autoridad que ejercía la letra escrita, aumentar y fortalecer los intereses piadosos para atraer hacia el convento a un público incondicional y reforzar un cierto 'patriotismo' de singularidad frente a otros monasterios.

Reproduzco el pliego editado en Córdoba que sigue fielmente la narración del Padre Guadalupe. Está editado en Córdoba, sin año, en la imprenta de Luis de Ramos y Coria, cuya actividad impresora sabemos que comprende entre los años 1790 y 1823.





Adjunto otra portada de la mujer penitente, pliego editado también en Córdoba, en la oficina de Juan Rodríguez de la Torre, cuya actividad se sitúa entre 1768 y 1810; impresor al que el rey Carlos IV otorgó a su imprenta el 3 de abril de 1799, mediante cédula de concesión, el título de Real y el derecho a que pusiera sobre la puerta el escudo de las armas reales.


La leyenda en la literatura

El Duque de Rivas (Ángel de Saavedra) (1791-1865) en su célebre drama romántico Don Álvaro o la fuerza del sino, estrenado en el teatro del Príncipe en Madrid en 1835, sitúa precisamente varias escenas en la Montaña de los Ángeles. Sin duda era conocedor de la leyenda de la mujer penitente, puse no en vano era cordobés y propietario en su día de la finca 'La Jarilla' en el término de Hornachuleos. Tal fue el éxito de la obra que traspasó nuestras fronteras y hasta el gran compositor romántico Giuseppe Verdi se inspiró en ella para crear su opera La forza del destino (1862).

El nombre de María Egipciaca rememora también a una célebre obra de teatro de José Martín Recuerda (1922-2007): Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipciaca (1970), prohibida por la censura hasta el año 1977 donde se estrenó con gran éxito en los inicios del régimen democrático. En dicha obra se recreaba la vida de la activista liberal Mariana Pineda, acusada de prostitución y 'arrecogía' en Granada, en el primer tercio del siglo XIX, en el marco de los enfrentamientos entre los liberales y absolutistas durante el reinado de Fernando VII. Nada más propio que otorgar el nombre de la santa arrepentida a una de estas instituciones llamadas 'Casas de Recogidas', 'Casas de Amparadas', 'Casas de Arrepentidas', 'Asilos de la virtud', 'Casas de mozas y doncellas', o con el nombre más genérico de 'Colegios' o 'Beaterios'.

Estas 'Casas de recogidas' fueron instituciones de enmienda y castigo para las mujeres de vida disoluta creadas por la Iglesia católica y por la corona desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. La idea del 'recogimiento' como forma de vida fue expuesta teóricamente por el franciscano Francisco de Osuna, quien entre los años 1527-1532 lo recoge en su libro Tercer abecedario espiritual. A partir del Concilio de Trento esta 'forma de estar en el mundo', preconizada por el franciscano, se institucionaliza en forma de Casas de recogidas.

Estampa de la santa venerada en iglesia de las Arrepentidas de Madrid

Dirck van Baburen (ca. 1595-1624), Loose Company, 1623
Estos lugares estaban destinados a acoger a aquellas mujeres, ya fueran  solteras o que habían llevado una vida disoluta, para que el ambiente y el espacio de protección de estas casas sirviera como lugar de transición o de paso hasta que retomaran la decisión adecuada para encauzar el rumbo perdido.


En estos recintos se pretendía redimir a aquellas mujeres consideradas transgresoras bajo la idea del 'recogimiento'. Se trataba, en definitiva, de la institucionalización de un control social para garantizar el 'equilibrio' considerado como el socialmente correcto. Si bien, hay que hacer notar que en la práctica sirvió también para tapar determinados escándalos o para evitar relaciones indeseadas de las hijas de familias influyentes.

Zósimo da la comunión a María
Convento de Capuchinos en Alcalá de Henares


Coda final

Hemos visto cómo la vida de la legendaria santa de Alejandría se ha conservado, reinterpretada, reescrita y readaptada tanto por el teatro como por los pliegos de cordel.

La leyenda de la santa pecadora, en suma, sigue manteniéndose, si bien de forma descontextualizada, en algunas localidades. En el pueblo de Luciana (Ciudad Real) se celebra cada dos de abril una romería que recoge una leyenda, muy extendida en otros lugares, sobre la rivalidad entre pueblos próximos por la apropiación de una imagen. En este caso, la rivalidad entre Luciana y el pueblo próximo de Abenójar sobre la posesión de la imagen de María Egipciaca, desaparecida y encontrada milagrosamente en Luciana, se conmemora mediante una procesión y romería. Tras la misa de rigor, se traslada la imagen de la santa desde la parroquia hasta un área recreativa, junto a los ríos Guadiana y Bullaque, donde los asistentes deben arrojar a una especie de recipiente o fuente milagrosa, llamada 'mortero', piedrecitas del río para que se le cumplan sus deseos...

Antonio Lorenzo