lunes, 30 de enero de 2017

Coplas y aleluyas de "La pata de cabra"


Desde una perspectiva actual no puede dejar de sorprendernos la aleluya y las coplas que reproduzco sin tener en cuenta el contexto de donde proceden. Leídas sin conocer su relación con la que fue una célebre obra dramática, no encontraríamos en ellas nada que hoy en día nos resultara destacable. En cambio, la comedia de magia de donde proceden alcanzó un abrumador éxito desde su estreno.

En efecto, Todo lo vence el amor o la pata de cabra, es una obra escrita por quien fuera un avispado escritor y empresario teatral de origen francés: Juan de Grimaldi. Fue sin duda el drama más popular de la primera mitad del siglo XIX. Escrito y estrenado en 1829 despertó un inusitado interés en todas las capas sociales, que venían incluso de provincias a la capital madrileña para asistir a su representación.

La agitada vida de Juan de Grimaldi, nacido en Avignon en 1796, desarrolló una brillante carrera militar, puesto que con apenas 12 años entró al servicio de Napoleón en su ciudad natal en el 1808. En el 1815 alcanzó el puesto de teniente en la Guardia Nacional en París. Vino a España en 1823 como soldado en el ejército invasor del Duque de Angulema, donde se percató enseguida de las oportunidades económicas que se le abrían fuera del mundo militar. Es así como llega a dominar en poco tiempo la lengua española y acaba convertido en empresario teatral. Casado con Concepción Rodríguez, actriz a la que convirtió en primera dama de la escena, ejerció una notable influencia en los medios artísticos (también en los políticos) hasta su muerte, a los 76 años, el día 4 de febrero de 1872.

Cabe preguntarse el porqué de tan extraordinaria recepción. Entre las razones que se pueden apuntar figura el decaimiento generalizado de las representaciones de aquellos años y la repetición de viejos esquemas conocidos. A ello se une la falta de medios de los teatros regidos por los ayuntamientos que se hallaban al borde de una ruina económica por sus enormes gastos y cargas. Es por ello que Grimaldi, oportunista y con clara visión de futuro, se propuso y consiguió ser nombrado empresario de los dos teatros principales, el Teatro de la Cruz y el Teatro del Príncipe.

Grimaldi hizo una libre adaptación de la comedia de magia francesa Le pied du mouton, estrenada en París en el 1806. La inspiración de La pata de Cabra de esa obra francesa no le resta mérito alguno a la adaptación de Grimaldi, pues muy lejos de un simple plagio de su antecedente francés, añadió más secciones para mejorar el desarrollo argumental, así como comentarios, refranes y alusiones para un público español y dotó al protagonista, don Simplicio, de una categoría y dimensión muy por encima del protagonista de la obra francesa.

En su labor de autor y empresario supo rodearse de importantes autores a los que solicitó que escribiesen obras para representarlas en los teatros que regentaba. Entre ellos, cabe citar a Manuel Bretón de los Herreros, Ventura de la Vega, Ramón Mesonero Romanos y hasta el mismísimo Mariano José de Larra, al que ayudó y con el que mantuvo una estrecha amistad y al que le sugirió el pseudónimo de "Fígaro", uno de los más famosos sobrenombres con el que se le conoce.

Grimaldi diseñó toda una parafernalia tramoyista para encandilar a los espectadores. Incluía treinta y cinco efectos de magia, llevados a cabo por un equipo de numerosos tramoyistas y ayudantes que operaban detrás de las cortinas manejando con gran eficacia los efectos mágicos: apariciones, desapariciones, llamas que aparecen, magos, danzas de micos, orangutanes y camellos, cantos de gallos y serpientes, etc. A su vez, las decoraciones eran espectaculares, ya que exigía once escenarios diferentes y doce cambios de escena, algunos tan poco habituales como los picos nevados de los Pirineos, el palacio de Cupido o la fragua de Vulcano.

Si el número de tramoyistas para una comedia normal era de seis o de siete operarios, para el montaje de "La pata" se utilizó a cuarenta y ocho hombres, aparte de un mayor número de actores que debían interpretar a cíclopes, furias, campesinos, criados, etc.

Una de las grandes creaciones cómicas fue el personaje protagonista de don Simplicio, como arquetipo de un falso noble venido a menos y siempre con hambre y deseoso de comer, lo que le emparenta de alguna forma con la figura literaria del pícaro.

La pata de cabra inspiró incluso una zarzuela, con música de Cristóbal Oudrid (más conocido como compositor de El sitio de Zaragoza), estrenada en Madrid en 1858 y que cosechó un cierto éxito en México.

Doy paso a la aleluya editada en Barcelona, s.a., por el sucesor de Antonio Bosch. La divido en secciones para una mejor visualización.




Añado unas coplas sueltas de la obra recogidas en pliego.


"Abracadabra, pata de cabra"

Esta conocida expresión, según el famosísimo Libro de San Cipriano, exponente clásico de la magia, ensalmos, conjuros, hechizos y rituales, la palabra "abracadabra" tiene en sí misma un extraordinario poder por su disposición y es usada como talismán para conseguir favores o para curar enfermedades.

Portada de una edición mexicana
San Cipriano y el demonio (manuscrito siglo XIV)







©Antonio Lorenzo

lunes, 23 de enero de 2017

Pliegos de cordel y "varietés": El famoso cuplé del "Tápame, tápame"

Aurora Mañanos Jaufrett, "La Goya"
Estoy convencido de que una vía importante de estudio para adentrarse en la gran complejidad del fenómeno escénico en todas sus dimensiones, lo constituyen los pliegos y folletos impresos donde se recogen textos variados y nos ofrecen claves sobre los gustos y la mentalidad de sus consumidores. Al margen de su valoración literaria, estética o académica, siempre subjetiva, estos efímeros impresos nos aportan información transversal sobre la evolución de los gustos del gran público. Toda puesta en escena, sea del tipo que sea, es como escribir sobre el agua: un momento irrepetible de magia y comunicación que nos transporta por unos momentos y luego desaparece. Esta hojas volanderas nos acercan a unas nuevas vías de investigación muy poco tenidas en cuenta, como lo es el género de variedades en general (teatro frívolo lo llaman otros) en toda su dimensión de subgéneros teatrales y con su proverbial mezcolanza e indefinición: hablamos de espectáculos como las revistas, los cafés-cantantes donde se desarrollaban actividades flamencas, los cafés-teatro con actividades líricas y musicales, donde se programaban desde romanzas de zarzuelas a tonadillas, habaneras, sesiones de magia, tangos o cuplés.

Una primera aproximación a este cajón de sastre de las "varietés" es este pliego que recoge uno de los más recordados y reconocibles cuplés, adaptación al parecer de una canción popular portuguesa, con letra de Antonio López Monís y música de Ricardo Yust, cuplé en forma de vals compuesto en 1911.

La artista que lo estrenó y popularizó fue Aurora Purificación Mañanos Jaufrett, conocida en el mundo artístico como "La Goya". Nacida en Bilbao en 1891, debutó en el entonces famoso coliseo de variedades Trianon-Palace de Madrid con apenas 16 años. Al contrario de la mayoría de las artistas de su época, que solían ser de extracción social baja, Aurora tuvo una niñez regalada y abundante en medios. En Madrid cursó estudios en el colegio del Sagrado Corazón, estudió solfeo y piano, escribía y hablaba inglés, francés e italiano. Por su formación y amistades fue considerada como la "tonadillera intelectual". Entre sus amistades y conocidos se encontraban Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Sinesio Delgado, Joaquín Dicenta y Ricardo Baroja, entre otros.














Tras su presentación en 1911, popularizó el también famosísimo "Ven y ven", en ritmo de guaracha mejicana, ampliamente interpretado posteriormente por numerosas y célebres artistas.

No sabemos si inauguró o fue continuadora de la clásica relación tonadillera-torero, pero el caso es que mantuvo una relación con el entonces famoso matador "Bombita", al que abandonó en seguida al no querer renunciar a su arte en los escenarios, tal y como exigían entonces los cánones machistas imperantes, para casarse con el escritor y periodista Tomás Borrás (1891-1976), quien fuera falangista fundacional, más acorde sin duda con las inquietudes intelectuales de la joven intérprete.

Entresacando información copio con sorpresa lo referente a la desconocida "actividad clandestina" de la cupletista, de la que huelgan comentarios, como enlace del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera estando ya casada con el que fuera nombrado en 1953 Cronista Oficial de la Villa de Madrid.
"Estaba casado con la famosa tonadillera La Goya, que actuó clandestinamente como enlace y recadera de José Antonio Primo de Rivera durante la estancia de éste en la prisión, en la que entró en diferentes ocasiones para transmitir y recibir consignas de los jefes falangistas. Se disfrazaba de miliciana y realizaba el papel a las mil maravillas para lograr sus objetivos. Realizó grandes servicios a España y a la Falange jugándose la vida, como la mayoría de las mujeres de la Sección Femenina y su extraordinario Auxilio Azul. Tomás Borrás era un sincero admirador del Caudillo Francisco Franco".

Triunfó en Sudamérica, especialmente en Buenos Aires, y por su popularidad prestó su apodo de "La Goya" a la marca de manzanilla de las bodegas José Delgado y Zuleta de Sanlúcar de Barrameda.

Si repasamos los periódicos de la época vemos que fue asidua participante en actos sociales, bien sola o en compañía de otras ilustres cupletistas y actrices.



Tras retirarse de los escenarios sostuvo una vida acomodada compartiendo y asistiendo a tertulias de escritores y artistas. Falleció en 1950 a los 59 años y está enterrada en el madrileño cementerio de San Isidro, muy cerca de quienes fueran entonces sus compañeras de profesión: La Argentinita y La Fornarina.


El pliego está editado y reimpreso, sin lugar de edición ni fecha, por la Imprenta de J.[Julián] Torés, que sabemos estaba radicada en Valladolid. Aprovechando la estructura del cuplé se han añadido numerosas estrofas que tratan de reflejar el mismo carácter sicalíptico de picardía erótica. 





©Antonio Lorenzo

miércoles, 18 de enero de 2017

Pliegos y zarzuela: "Los cocineros"


Otra de las zarzuelas, cuyos textos de los números musicales más representativos se recogieron en pliegos, es esta de Los cocineros. Fue estrenada en el madrileño Teatro Eslava el 6 de marzo de 1897, con libreto de Enrique García Álvarez y Antonio Paso y con música de Tomás López Torregrosa y Joaquín (Quinito) Valverde.







Adjunto las curiosas indicaciones de los autores sobre la vestimenta del coro de los cocineros y sobre los peroles y cucharas de palo, que "deben procurarse que sean lo más decentito posible".


El pliego carece de lugar y de fecha de impresión, si bien sabemos que la Tip. Lit. de B. Rotge, estaba ubicada en la ciudad de Palma de Mallorca.





©Antonio Lorenzo

lunes, 9 de enero de 2017

Pliegos y zarzuela: "Aquí va a haber algo gordo" y "La Viejecita"


Traigo otro ejemplo de la desatendida, aunque estrecha relación, entre los pliegos de cordel y la zarzuela, relación que merece sin duda una mayor dedicación y a la que contribuiré con sucesivas entradas.

Los pliegos donde se incluyen letras de arias, cuplés, chotis, etc. que provienen de zarzuelas, más o menos conocidas, suelen combinarse en uno solo ejemplar contenedor. Como es habitual, en dichos impresos, salvo excepciones, no se suele mencionar a los autores ni se aporta dato alguno sobre su procedencia. Esta anonimia, propia del genero de cordel en su conjunto, puede deberse a la supuesta creencia de que el público era conocedor la obra por la proximidad de su representación y por el éxito popular de determinadas escenas, algo que los avispados editores se esmeraban y recogían prontamente en el pliego para que sirviera de recordatorio.

Este es el caso de una de las hojas del pliego que reproduzco y que recoge textos de los números musicales más recordados de dos zarzuelas: Aquí va a haber algo gordo o La casa de los escándalos y La viejecita.

Aquí va a haber algo gordo o La casa de los escándalos, con libreto de Ricardo de la Vega (1839-1810) y música de Gerónimo Giménez (1852-1923), compositor mucho más conocido por obras tan populares como La tempranica o El baile de Luis Alonso, entre otras, se estrenó en el madrileño Teatro Apolo el 26 de junio de 1897.



Por su parte, el aria de "La Viejecita" pertenece a la zarzuela del mismo nombre, La Viejecita, estrenada el madrileño Teatro de la Zarzuela el 29 de abril de 1897, con libreto de Miguel Echegaray (1848-1927), hermano de José, el que luego fuera premio Nóbel de literatura en 1904, y con música de Manuel Fernández Caballero (1835-1906), compositor más conocido por obras como: Gigantes y Cabezudos (1898) o El dúo de la africana (1893).








El éxito de esta zarzuela está acreditado por la recogida en pliegos de sus números musicales más conocidos u otras composiciones de diversas procedencias en un "totum revolutum". Es el caso del pliego editado, en las tardías fechas de mediados del siglo XX, por la imprenta de la madrileña calle Rodas, 26, del que entresaco las referencias a esta zarzuela.



El éxito de esta zarzuela se documenta en la crítica editada por el diario liberal El Imparcial del día 1 de mayo de 1897 tras su estreno, de la que recorto parte de la misma.


La permanencia de la obra en la memoria colectiva perduró durante años, como acredita la novela teatral, editada en 1917, sobre la citada obra.


©Antonio Lorenzo

viernes, 30 de diciembre de 2016

Divertidos villancicos del gurrumiau, gurrumiau

Francisco Soria Aedo (1898-1965) - "Villancicos"
Unos satíricos, divertidos e irónicos villancicos sobre ciertas costumbres madrileñas, donde no faltan las consabidas críticas a las suegras ni las alusiones a conocidas calles de la capital.

El conocido estribillo "carrasclás, carrasclás, carrasclás", ya era ampliamente conocido como villancico desde mediados del siglo XIX y ha servido de modelo para añadir letras alusivas a acontecimientos sociales: ya fuesen críticas al gobierno de turno o coplas anónimas alusivas a determinados momentos.

No encuentro clara relación, aunque es posible que la tenga, con la famosa canción infantil de excursión, tan usada, por cierto, en los dos bandos de la Guerra Civil, así como en el repertorio estudiantil de tunas, que dice:

                                                   Carrascal, carrascal,
                                                   qué bonita serenata;
                                                   carrascal, carrascal,
                                                   que me estás dando la lata.

En ambos casos, el popular estribillo, coreado por los presentes, viene antecedido por un número indeterminado de cuartetas o coplas más o menos improvisadas que reflejan o satirizan diversas cuestiones.

El célebre escritor nicaragüense Rubén Darío, en el capítulo titulado Málaga, incluido en su obra Tierras solares (1904) comenta al respecto del "carrasclás":
"Las borracheras populares comienzan a hacer ruido por la noche. Se oyen pasar las sonoras «parrandas», reuniones de muchachos y muchachas del pueblo, que van cantando coplas por las calles, coplas que recuerdan la celebración del día, la Virgen en el pesebre, José, el niño Jesús, el buey y la mula. Y de paso va entremezclada la copla amorosa o satírica, al son de las zambombas, al grito de los pitos, al chocar de las almireces y castañuelas, al rasgueo de la inseparable guitarra. Hay quien se acuerda todavía de por qué se celebra esa noche; hay quien piensa, por la tradición, en la estrella de los reyes magos, en la aldea de Belén, en el Dios de los cristianos que nació pobremente, que murió hace muchos siglos, y por el cual se pasan ratos muy agradables y regocijados.
                                               La nochebuena se viene,
                                               la nochebuena se va,
                                               y nosotros nos iremos
                                               y no volveremos más.

                                               ¡Carrasclás, qué gordo está el pavo;
                                               carrasclás, qué gordito está;
                                               carrasclás, qué enjundia que tiene;
                                               carrasclás, carrasclás, carrasclás!"

Tras la reproducción del pliego, editado en Madrid, s.a., por la Imprenta Universal de la calle Cabestreros, incluyo antecedentes del "carrasclás" entresacados de la prensa histórica.





Añado parte de un pliego, editado igualmente en Madrid (mediados del siglo XX) por la Imprenta de la calle Rodas, con letra de Pedro Antón Martín, aunque en este caso, eso sí, por la estructura del estribillo parece corresponder a la clásica melodía de la canción infantil "Carrascal, carrascal, qué bonita serenata".


Referencias al "carrasclás" en la prensa histórica

"El Museo Universal" (25-12-1864)

Madrid, 20 de diciembre de 1894

"El Cabecilla", 20 de diciembre de 1894
Aunque la cita es larga, resulta ilustrativa como ejemplo del uso de un villancico popular en esta publicación del "periódico montaraz de pura raza", para criticar la situación política de 1894. Los dobles sentidos se encuentran presentes, como la referencia al olor a romero, en alusión a Francisco Romero Robledo, quien fuera ministro de la Gobernación en varios gobiernos de Antonio Cánovas del Castillo.

"Apréndanse de memoria los conservadores, si es que no la saben, esta endecha popular; compren cuantas zambombas, castañuelas y panderos encuentren en las plazas de la coronada villa, y el dia de Noche Buena, al compás de aquellos callejeros y populares instrumentos, cuando las piernas les pidan baile y la cabeza jaleo y el estómago una toma de leroy; cuando los excesos de la glotonería presupuestívora les convierta á todos en parlantes figuras del más conocido cuadro de Velázquez, entónenla á coro, cántenla en el diapasón que su estado les permita y repítanla sin cesar, porque esa endecha es la despedida de los conservadores, es el aviso para que se solacen á placer en la ultima de sus ministeriales bacanales. 
Gocen á placer y rían sin cesar en la noche que los cristianos consagran á la adoración del nacimiento del Hijo de Dios, los eternos adoradores del dios Éxito, del dios Pan, del dios de los curdas, porque la estrella que brilló en los campos de Sagunto, se va eclipsando de tal modo para ellos, que en vez de noches buenas, solo noches malas les esperan. 
¡Y cómo se pondrán los muy bellacos de turrones, mazapanes, pavos y demás menesteres comibles y bebibles el dia de Noche Buena! Con ser grandes todos los dias y todas las noches para los presupuestívoros, la Noche Buena es, sin embargo, la más cabal de todas. Desde el primero y el más alto funcionario del Estado, hasta el más bajo, aquel que habita suntuoso palacio ó el que vive en modesta portería de un público edificio nacional, todos, absolutamente todos, comen en esa noche del suculento pavo del presupuesto, de ese sabroso pavo por el que suspira sin cesar una jauría de liberales hambrientos, capaces de vender su honra, su conciencia y su dignidad por el más pequeño de sus sustanciosos pedazos. 
Coman en buen hora y revienten con él, si así les place, los partidos que tal admiración le rinden y que solo aspiran al poder por el gusto de saborearle; coman sobre todo los conservadores, que EL CABECILLA, sin pretensiones de adivino les profetiza que será el último que coman. El próximo año de gracia del 85, se contentarán con el olor y con un palillo para los dientes. 
Y menos mal si en vez de palillo no se encuentran con un trancazo, que les haga digerir de mala manera todo lo que han tragado en tanto tiempo.
Aprovéchense, pues, y procuren este año sacar la tripa lo más repleta posible. 
Porque sabe Dios cuando se verán en otra: que no todos los días se encuentra un loco que haga una sargentada, ni el país está en condiciones, ni en humor de que se lo coman por pavo. 
Vengan, pues, zambombas y castañuelas y panderetas y á cantar:
                                     La Noche Buena se viene 
                                     La Noche Buena se vá, 
                                     Pero este pavo sabroso 
                                     No le probaremos más. 

                                    ¡Carrasclás, pobrecito Antonio! 
                                    iCarrasclás, que pronto te vas! 
                                    jCarrasclás y cuanto me alegrol 
                                    ¡Carrasclás, carrasclás, carrasclás! 

                                    El gobierno canovista 
                                    olía antes á  romero, 
                                    ahora  todo el mundo sabe 
                                    que está  oscuro y huele á queso. 

                                    En el portal del Belén 
                                    estamos hace unos meses, 
                                    y el que se nos echa encima 
                                    vale por muchos belenes.

                                    Carrasclás, que  quieras ó nó 
                                    carrasclás  ¡tú te marcharás! 
                                    carrasclás,  de grado ó por  fuerza, 
                                    carrasclás, carrasclás, carrasclás. 

                                    Me vas á hacer un  obsequio, 
                                    Paquito el jacarandoso; 
                                    ¡no venirnos otra vez 
                                    con las pamplinas del morbo! 

                                    El cólera en otro tiempo 
                                    era  el coco de la tierra; 
                                    ahora se han aprovechado 
                                    para que estire la cuerda.

                                    Carrasclás,  y todo es inútil, 
                                    carrasclás, porque esto se va, 
                                    carrasclás  no tiene remedio, 
                                    carrasclás, carrasclás, carrasclás...


"El Solfeo" (24-12-1875)

"Blanco y Negro" (29-12-1900)

"Madrid Cómico" (1 de enero de 1898)
La popularidad del villancico era tal, que hasta figura en el título de un juguete cómico-lírico, con letra de Ángel María Segovia y música de Rafael Taboada: La noche del besugo o ¡Carraclás qué niño tan gordo!, según recoge la noticia "El Heraldo de Madrid" del 20 de diciembre de 1890, si bien no figuran en ella los autores de la pieza.


©Antonio Lorenzo