lunes, 7 de febrero de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [VII]

 

El periódico El Cascabel volvió a regalar a sus suscriptores un nuevo almanaque, en este caso para el año 1868, según la costumbre del periódico al finalizar cada año.

Cada vez son más los estudios sobre la prensa satírica o generalista de la segunda mitad del siglo XIX, aunque no propiamente de los almanaques, si bien estos últimos nos ofrecen un recorrido generalista del año que acaba y un vaticinio sobre el que va a comenzar.

Como es sabido, lo satírico trasciende la categoría de lo literario al ejercer una solapada crítica sobre la gestión de lo público mediante recursos variados, como romances, epigramas, chascarrillos, etc., que pueden ir acompañados de dibujos o ilustraciones que lo refuerzan en forma de escenas cotidianas.

El dibujo satírico, como representación, no deja de ser una especie de subterfugio como forma de democratizar el saber generalista. La caricatura cómica de los ilustradores fue muy mal llevada por los políticos que aparecían en sus dibujos por el efecto cómico que suscitaban en amplias capas populares. 

La imagen satírica de la prensa del XIX no ha gozado hasta relativamente hace pocos años de la merecida atención por parte de los estudiosos, aunque contiene múltiples niveles de lectura al estar vinculada a acontecimientos no siempre fáciles de entrever.

El momento político del año 1868 en España supuso todo un cambio estructural tras el triunfo de la revolución La Gloriosa, el destronamiento de la reina Isabel II y su salida al exilio, acontecimientos que obviamente no se recogieron en el almanaque editado a finales del año anterior. Este almanaque no disfrutó de la nueva libertad de prensa instaurada por decreto del 23 de octubre de 1868 y confirmada luego en la Constitución de 1869. Es por ello que las críticas al poder público se ven atenuadas, y más en el periódico editor del almanaque que no se destacó precisamente por su crítica política, algo que aumentó considerablemente a lo largo del Sexenio Democrático (1868-1874) donde el número de publicaciones periódicas se incrementó de forma notable, aunque muchas de ellas de corta duración, salvo algunos casos puntuales.

Repasando a grandes rasgos el contenido de este almanaque para el año 1868 aparecen elementos propios de los editados anteriormente. Tras el recurrente "Juicio del año", escrito por su director, Carlos Frontaura, entresaco algunas ilustraciones de "tipos populares" acompañadas por una cuarteta alusiva al pie de cada una de ellas, a lo que siguen otras ilustraciones con el objetivo de despertar la sonrisa a sus observadores.











©Antonio Lorenzo

jueves, 3 de febrero de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [VI]

 

El almanaque editado por el periódico El Cascabel para el año 1867 continúa con la misma estructura de los editados anteriormente. Quedan aún por explorar con mayor detenimiento muchos otros almanaques que pueden ofrecernos una interesante visión panorámica sobre sus contenidos.

Las sátiras políticas que aparecen entreveradas en estas publicaciones no dejan de ser circunstanciales, pero a través de las caricaturas y los textos que las acompañan nos ofrecen todo un arsenal de aspectos merecedores de valoración y evolución.

La historia de la literatura apenas se ha detenido en estas publicaciones por considerarlas de rango inferior o, en el mejor de los casos, como antecedentes prácticos de obras más enjundiosas de los autores que practicaron o desarrollaron colaboraciones como ejercicios previos.

Poco a poco fueron estableciéndose diferencias entre los practicantes del «humorismo literario», referido a los considerados autores con enjundia, frente al catalogado como «escritor humorista», de más bajo perfil e interés literario encaminado a proveer a sus lectores de una risa fácil y populista.

A caballo de estas denominaciones encontramos a Carlos Frontaura (1834-1910), escritor y prolífico periodista que dirigió El Cascabel, el infantil Los Niños (1870-1877 y 1883-1893) contando con numerosos colaboradores, y posteriormente La Risa, como director literario con el subtítulo de «periódico ilustrado, cómico y humorístico».

El almanaque para 1867 contiene el consabido santoral con notas astronómicas y con especial dedicación a las fases lunares. También se incluye una relación de fiestas, letrillas y poemas, alguno del mismo José Zorrilla, todo ello acompañado por ilustraciones, entre ellas del dibujante y prolífico Ortego. Tampoco podía faltar el recurrente «juicio del año» escrito en verso por el propio director literario Carlos Frontaura, aunque todo ello sin meterse de lleno en asuntos políticos tal como ocurre en otras publicaciones paralelas.

El almanaque, en definitiva, es un producto a caballo entre el periodismo, la literatura y la educación, al que consideramos como objeto de investigación por sí mismo, en cuanto que incorpora textos, imágenes y comentarios variopintos que proporcionan elementos para contextualizar la visión previa del año que va a comenzar según el imaginario de sus autores y de los lectores a quienes va dirigido.

Tras algunas de las ilustraciones entresacadas del almanaque añado al final algunas muestras interesantes de publicidad recogidas al final del folleto, que también merecerían mayor atención en cuanto a la evolución de la misma. Uno de los ejemplos reproducidos es el del establecimiento de la bollería Nieto, en Sevilla, donde se promocionan las famosas tortas de polvorón y aceite, así como los "molletes sevillanos" que dicen sustituir ventajosamente al pan francés. En otro de ellos se promociona una zurcidora que se traslada a una nueva dirección desde la galería de San Felipe Neri (tras la demolición del más famoso mentidero de Madrid), o la publicidad de la "Fábrica de miriñaques", puestos de moda en aquellos años por la influencia de la emperatriz Eugenia de Montijo, a lo que dediqué una de las entradas del blog:

     https://adarve5.blogspot.com/2021/11/el-disparate-del-mirinaque-o-la-mujer.html















©Antonio Lorenzo

domingo, 30 de enero de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [V]


El periodismo español del siglo XIX, a raíz de la libertad de imprenta de 1808, constituye toda una amalgama de información indispensable, no solo para adentrarse en el conocimiento de los cambios políticos, sino también como soporte cultural en un amplio sentido, así como el avance de su trayectoria humorística y sarcástica.

Mi interés se centra especialmente en el contenido de los efímeros almanaques por parte de distintos periódicos que solían regalarse a los suscriptores de cara al próximo año, como sucede con el periódico El Cascabel.  
«Este periódico, que lleva dos años de publicación, se distingue por la amenidad y la moralidad de su lectura.
Cuesta la suscrición por tres meses 6 rs.; los que suscriben por seis meses ó un año hasta fin de octubre de 1865, reciben gratis este Almanaque».

Los almanaques gozan de interés por sí mismos, campo no muy tenido en cuenta por los estudiosos, en el sentido de que participan transversalmente del periodismo, la literatura, el entretenimiento y lo visual. El primer número del periódico El Cascabel apareció en 1863 editado en Madrid, aunque con diversas periodicidades hasta su desaparición en 1877.

Cabecera del primer número del periódico

Aunque resulta algo extenso, creo que merece la pena recorrer las intencionales propuestas y características apuntadas en este primer número:

Este periódico, mejor dicho, papel público, sale cuando puede, como puede y por donde puede, y esto si Dios quiere y el alcalde.
No tiene días fijos para su publicación, por la sencillísima razón de que nadie los tiene en el mundo, y es una gran tontería, que solo cabe en cabeza humana, decir: «Mañana salgo, mañana entro....›› sin tener en cuenta lo eventual de la vida mortal.
Este periódico no admite suscripción en Madrid, primero, porque no le da la gana, y segundo, porque a nadie quiere preguntar cómo se llama, donde vive, ni cuántos años tiene.
Este periódico tiene el color del papel en que se imprime, y no tiene ninguno de los colorines de la política, porque la política no le importa un rábano ni un pito, mientras la política sea una feria, de la que cada cual habla según le va en ella.
Este periódico es chico, y no es grande, porque es bueno, (que no ha de ser El Cascabel el único que tenga modestia, hoy que nadie la usa), y de lo bueno no se puede dar mucho por dos miserables cuartos.
El Cascabel será un periódico festivo, esmeradamente hecho, decorosamente escrito y oportuno sobre todo, y su objeto principal será hacer reír, lo que es mucho más difícil que hacer llorar.
Los maridos desgraciados, los ensuegrados, las solteronas, las feas, las niñas que tengan pasión de ánimo, los enfermos del alma y del cuerpo, los que desesperan esperando que vuelvan los suyos, las víctimas de los prestamistas, todos aquellos, en fin, que estén en disposición de coger el cielo con las manos, deben comprar El Cascabel, y hallarán alivio y consuelo.
El Cascabel fotografiará los tipos de la sociedad moderna, que los hay en abundancia, y soberanamente ridículos, comentará todos los hechos, todos los dichos, tomará acta de todas las grandes cosas, así como de todas las grandes tonterías contemporáneas, publicará semblanzas, cuentos, chascarrillos, poesías, críticas, charadas, novelas y artículos de costumbres de escritores nacionales (no milicianos) y extranjeros.
Este periódico se diferencia de los periódicos de grandes proporciones que se publican en la corte en lo siguiente:
En que no hace la oposición al ministerio, ni a los perros con bozal o sin el.
En que no es ministerial de otro Gobierno más que del de las amas de idem, que suelen ser guapetonas y frescachonas.
En que no se meterá con La Correspondencia de España.
En que solo hablará de lo que entienda, y no se expondrá a decir cada disparate que cante el Credo
En que no andará a la greña con sus colegas, como suelen hacer los hombres públicos, que parece tienen deseo de igualarse con las mujeres idem.
En que conocerá los defectos de sus amigos como los de sus enemigos, y dará a cada cual lo que le corresponda.
Y basta lo dicho para que se comprenda que El Cascabel, aunque costará dos cuartos, será un periódico que no tenga precio.
¡Y ahora, el que lo quiera lo toma y el que no lo deja!
El año 1866, que es el dedicado al almanaque por el periódico El Cascabel, es un ejemplo más de las publicaciones satíricas del periodo isabelino para 1866, al que le quedaban dos escasos años para que el triunfo de La Gloriosa, obligara a la reina a marcharse al exilio. 

Al igual que otras publicaciones de corte satírico de la época, tuvieron que ir sorteando las leyes de prensa vigentes. Tanto El Cascabel, como el también muy conocido Gil Blas, firmaron un manifiesto contra el proyecto presentado en marzo de 1865 por el entonces ministro de la Gobernación Luis González Bravo, proyecto que no logró salir adelante.

Los periódicos de corte satírico que trataban de introducirse en el mercado lector de aquellos años pretendían erigirse como avanzadilla de opiniones colectivas mediante el recurso de la sátira, acompañada de dibujos y caricaturas de situaciones y de personajes públicos conocidos. Los almanaques que editaban los periódicos no dejaban de ser un reclamo de uso anual para favorecer la suscripción y promoción del periódico editor.

Tras el juicio del año, propio de todo almanaque, recojo algunas de las imágenes acompañadas de textos alusivos.













©Antonio Lorenzo

martes, 25 de enero de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [IV]

Librería de los editores Gaspar y Roig en la madrileña calle del Príncipe

El 15 de enero de 1857 apareció el primer número de la revista El Museo Universal que prolongó su andadura hasta el año 1869. La revista fue quincenal en un principio pasando posteriormente a ser semanal a partir de 1860 en números de ocho páginas y a tres columnas como periódico de ciencias, literatura, artes, industria y conocimientos útiles e ilustrado por los mejores artistas españoles con profusión de láminas y grabados. Su finalidad era de tipo enciclopédico literario y no político, a diferencia de los numerosos periódicos que circulaban por entonces.

La casa editorial y editora de la revista se fundó en 1845 por el grabador y empresario José Gaspar y Maristany junto a José Roig Oliveras constituyendo una importante y avanzada casa editorial de absoluta referencia en la segunda mitad del siglo XIX. Su rico fondo está compuesto por una gran variedad de temas que iban de lo religioso a lo jurídico junto a obras de carácter histórico, diccionarios, manuales y novelas. La colección Biblioteca Ilustrada de Gaspar y Roig supuso un avance fundamental tanto en la edición como en la difusión de sus de obras editadas. Tras el fallecimiento de José Roig, la casa pasó a denominarse Gaspar Hermanos y, desde 1874, Gaspar editores. Tan solo 7 años después desaparecía la editorial, habiendo sido una de las más importantes del siglo XIX.

Desde el primer número de la revista El Museo Universal en 1857 supuso todo un avance progresista intelectual por la cantidad de colaboradores y autores destacados entre los que se encontraban los hermanos Bécquer, Pedro Antonio de Alarcón, José Zorrilla, Gaspar Núñez de Arce, Francisco Pi y Margall y tantos otros.

En sus primeros años de vida jugó un papel relevante su director, Nemesio Fernández Cuesta, por la gran cantidad de artículos resumiendo la actualidad social y artística. De obligada referencia es el desarrollo de las ilustraciones y dibujos que acompañan toda su trayectoria con reconocidos ilustradores y dibujante como Francisco Ortego, Bernardo Rico, Daniel Urrabieta, etc.

En esta entrada quiero detenerme y prestar la atención que se merece el Almanaque Literario de El Museo Universal para el año 1862. La famosa revista decidió editar y regalar a sus suscriptores un almanaque para el 1862 junto a unos billetes de rifa para tres cuadros de regalo, siempre y cuando los suscriptores estuviesen al día de los pagos y habiendo renovado su suscripción. La noticia del regalo del almanaque literario para todo el año entrante ya vino recogida en el número publicado el 1 de diciembre de 1861 acompañada de esta una curiosa y satírica ilustración como reclamo.


Las ilustraciones que aparecen en el almanaque, al igual que las incluidas en la revista matriz, no dejan de ser un complemento significativo de la oferta cultural de entonces y que gozan de un indudable interés para la historia visual, gráfica y cultural de nuestro país.

Las ilustraciones constituyen un recorrido transitorio o pasajero, pero de interés para comprender y contextualizar lo sucedido en su combate contra el olvido. Atando los cabos de la memoria que iluminan las imágenes antiguas se nos impulsa a rescatar un pasado lejano de lo que en su día fue tal vez un acontecimiento memorable que merece ser redescubierto desde el presente. Lo efímero de la imagen se convierte en un aliciente para configurar y esclarecer una época de acontecimientos que no vivimos pero que no dejan de ser un legado para su estudio e interpretación.


En las variadas ilustraciones incluidas en el almanaque aparecen referencias a la presencia de moros en Madrid, algo que merece una contextualización de los acontecimientos históricos de aquel año ya que aún se hallaban muy presentes las consecuencias del primer conflicto contra el imperio marroquí (1859-1860).

El primer gran combate entre los dos ejércitos se produjo el 1 de enero de 1860, conocido como la batalla de los Castillejos, lo que supuso la primera victoria de las tropas españolas, continuada por la toma de la plaza de Tetuán y posteriormente por la victoria en la batalla de Wad-Ras. El 26 de abril se firmó el Tratado de Wad-Ras donde España se declara vencedora de la guerra, obteniendo una serie de compensaciones económicas y políticas lo que puso fin a esta primera etapa de los conflictos de España con Marruecos.

Es a finales de 1861 cuando se publicó el almanaque para el año 1862 en la etapa de la conocida como Unión Liberal, en pleno reinado de Isabel II, que estuvo presidida por Leopoldo O'Donnell desde el 30 de junio de 1858 hasta el 2 de marzo de 1863.

Tras la firma del tratado de paz, Muley-el Abbas, hermano del nuevo sultán de Marruecos Sidi Mohammed Ben Abderrajman, acudió en 1861 a Madrid para reunirse en recepción con la reina Isabel II donde le ofreció numerosos regalos. La presencia de la llegada a Madrid de la comitiva marroquí y la recepción de la reina Isabel II el 6 de octubre de 1861, se recogió en estas ilustraciones en la misma revista El Museo Universal.

El tratado de comercio celebrado entre España y Marruecos fue firmado en Madrid el 20 de noviembre de 1861.



El dibujante y litógrafo francés del siglo XIX Gustave Janet (1829-1898), también ilustró la recepción de Isabel II a la comitiva de Muley-el-Abbas que fue publicada en la prensa extranjera.


Es en este contexto donde hay que enmarcar estas curiosas ilustraciones del almanaque donde adquieren protagonismo los moros que vinieron en comitiva a Madrid donde en sus andanzas aprovecharon para visitar circos, museos y teatros que fueron dibujadas con intencional sesgo humorístico.

Tras ellas, reproduzco el almanaque profético para damas y galanes, predicciones propias de un almanaque y, a continuación, incluyo dos pliegos sueltos de cordel donde se recogen las supuestas conversaciones entre Muley-el Abbas y el emperador de Marruecos, donde el primero exalta de forma laudatoria los valores del ejército adversario.







El almanaque incluye también las previsiones para damas y galanes dependiendo de su mes de nacimiento.



Pliegos de cordel

Los dos pliegos reproducidos solo se entienden si tenemos en cuenta estos primeros acontecimientos conflictivos entre España y Marruecos. Bajo la forma de pasillo, consistente en una breve pieza dramática dialogada, de estructura sencilla y en un solo cuadro, el califa Muley-el Abbas, consciente de la inferioridad de las tropas marroquíes en su enfrentamiento con las tropas españolas, alaba ante el emperador marroquí las virtudes del ejército español en cuanto a su disciplina, destreza, orden y valentía, así como la conveniencia de pactar la paz con España. En el segundo pasillo se ratifica el tratado de paz contra las insurrecciones de algunas cabilas rifeñas y se alaba el pacto acordado.

Obviamente son pliegos propagandísticos para exaltar la grandeza de España y la conveniencia de los tratados ante sus populares lectores.

Dentro del entramado complejo en las diferentes fases del conflicto, estos pliegos vienen a corroborar una de las visiones laudatorias y tozudez sobre el honor nacional en estos primeros acontecimientos, no siempre compartidos ideológicamente por su intencionalidad y vertientes documentales por sus contemporáneos, si nos atenemos a los planteamientos desarrollados por novelistas sobre esta primera perspectiva literaria, algo que nos llevaría muy lejos de la mera intención expositiva de este blog en cuanto a reivindicar la importancia de la literatura popular impresa como fuente auxiliar del conocimiento histórico y de escasa atención por parte de los investigadores hasta fechas relativamente recientes.









©Antonio Lorenzo