viernes, 22 de enero de 2021

Prodigioso caso sucedido entre un caballero y un pobre jornalero

Xilografía del pliego editado en Valladolid por Santarén [s.a.]

De la imprenta de Núñez Espinosa, quien fuera impresor en Santiago de Compostela entre 1840 y 1853, procede este pliego [s.a.] donde se narra cómo un pobre jornalero, «en cierta ciudad de España», salió a buscar el jornal para poder dar de comer a sus hijos. A su vuelta a casa sin encontrar la forma de darlos de comer se encontró con un caballero que le ofreció una ayuda a cambio de que entrase en el templo y ofreciera la misa en su nombre como medio de intercesión y purificación de sus pecados. Tras la misa, el jornalero se dirigió a casa del caballero para recibir la ayuda prometida siendo recompensado con cuarenta reales. En su regreso a casa oyó en el camino unas extrañas voces conminándole a regresar al domicilio del caballero por lo escaso de la cantidad recibida, algo que sucedió de forma reiterativa a modo de señal divina para incitar al caballero a aumentar la ayuda al jornalero y recalcar, de esta forma, la importancia de la misa diaria como medio de purificación frente a la condenación eterna.

El esquema conceptual que trasluce del pliego se centra en la dicotomía entre un hombre rico y pecador que «utiliza» a un pobre jornalero, carente de recursos, pero honrado y trabajador, para que a través del ofrecimiento de la misa en beneficio del caballero pudiera este reparar sus pecados, eso sí, a cambio de un dinero que iba aumentando progresivamente según las señales divinas. El resultado final es que el caballero consiguió morir santamente y absuelto de sus pecados.

El ofrecimiento de una misa, sea por algún motivo determinado o como recurso para solicitar alguna gracia o cuando se hacía por los difuntos, remonta a una antigua tradición mantenida por la iglesia católica previa la sugerida aportación de una ofrenda para la misma. Según esta tradición, el ofrecimiento de una misa no solo se refiere a la acción de gracias a Dios, sino que también produce efectos purificadores y reparadores, previo estipendio del solicitante, como hábilmente se recoge en el «Catecismo de la Iglesia Católica» (CEC, 1414):
 «En cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofrecida también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales». 




©Antonio Lorenzo

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